viernes, 7 de mayo de 2010
EL INEXPLICABLE ORDEN DE LA DUDA
Aquí estoy, ordenando mis preguntas por color y tamaño en la parte derecha de mi caja de zapatos. Una vez más, la cogiste sin permiso, la desordenaste. Mezclaste los colores a tu antojo. Sabías que me iba a molestar, pero lo hiciste. Sabías que llegaría a casa de trabajar y recorrería de puntillas todo el pasillo hasta llegar a la habitación y, una vez allí, me desnudaría sin aliento para desprenderme de mis nuevas preguntas y ordenarlas con las demás, en la parte derecha de mi caja de zapatos. Pero lo hiciste. No sé por qué, pero lo sigues haciendo. No entiendo por qué sigues quedándote a dormir en mi cama, si te desprecio. Por qué me dejas preparado café por las mañanas, si sabes que me iré con amargo aliento. Te empeñas en romper mis anunciados silencios, pero no te escucho. Esparces tus gotas de desilusión por mi cara, pero no te das cuenta de que mi piel se volvió impermeable de lamentos. Déjalo ya, no inventes absurdos intentos, coge tus cosas y márchate, pero deja de desordenar las preguntas de mi caja de zapatos. Sólo márchate.
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