miércoles, 3 de noviembre de 2010

¿Sequía o sequedad?


Las flores secas no desprenden olor- me contabas un día- No desprenden ningún tipo de aroma porque fueron abandonadas por una corriente de ausencia anunciada- terminaste de teorizar. Yo, callada, imaginé cómo sería estar formada por pétalos secos, arrugados y débiles. Me encogí y dejé de pensar en ello, me encogí y me acurruqué en tu brazo, como si en él pudiera encontrar litros de agua infinita para no secarme nunca. Sí, eso pensé mientras me encerraba en tu burbuja. Lo que no imaginé en ese momento es que tiempo después sería yo la que desarrollara la contraargumentación a tu patética teoría, tan patética como tu ausencia de palabras cuando yo quería expresar mis sentimientos. Patética como yo misma frente a ti. Y se vuelve a repetir, yo reencontrando explicaciones que aclaran mi visión nublada de desilusiones. Otra vez vuelvo a perder y vuelvo a retirarme a tiempo. Llámalo cobardía, llámalo miedo, yo simplemente lo defino como SUPERVIVENCIA.

Las flores secas desprenden olor a decepción, mezcla de café amargo y fruta temprana con un chorrito de limón maduro casi podrido. Los pétalos no están secos por falta de presencia deseada, por abandono o falta de líquido sustancial. Simplemente representan el tacto del castigo del tiempo sufrido y malgastado. No saber dosificar el cariño y el hidrato emocional supone un problema para pocos y una solución para muchos. Yo, tan solo formo parte de esa sequía cuando escribo, pues nunca nadie me verá arrugada y débil por desilusión. No me abraces, no repitas que esto es lo que quieres. Las flores secas sentimos, pero no escuchamos.

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